Gatos nerviosos y agresivos

 
 

Gatos nerviosos

Cuando nos hacemos cargo de un gato o cachorro hay que estar tranquilo y ser cauto los primeros días o incluso las primeras semanas hasta que él se acostumbre a nosotros y a su nuevo ambiente. Sin embargo, algunos gatos siguen siendo muy asustadizos a pesar de haber tenido una agradable bienvenida y tiempo suficiente para acomodarse. Esto puede causar gran ansiedad en los propietarios porque creen que el gato no es feliz. El gato puede correr y esconderse en cuanto entre alguien en casa o si hay un ruido inesperado o  incluso con sonidos cotidianos como el de la televisión. Muchos de esos gatos pasan gran parte de su tiempo debajo de la cama o en lo alto del armario, escondiéndose del mundo. Un gato nervioso o temeroso puede ser una mascota decepcionante, especialmente si el hogar en el que ha sido adoptado es ruidoso y ajetreado. Los dueños probablemente verán poco al gato hasta que los niños se hayan ido a la cama y los adultos se hayan acomodado tranquilamente frente al televisor por la noche.

Puede haber varias causas del nerviosismo de los gatos:

  • Genética: como en las personas, algunos gatos parecen ser de forma natural más nerviosos que otros.
  • Malas experiencias: los gatos pueden haber sufrido previamente alguna experiencia traumática. Su mecanismo natural de supervivencia hace que sientan miedo ante la mínima sospecha de que algo malo pueda volver a ocurrirles. 
  • Falta de estímulos o experiencias en el periodo de aprendizaje de su desarrollo: los cachorros que conocen gente y otros animales y que son expuestos al bullicio cotidiano alrededor de las ocho semanas de edad, se lo tomarán casi todo con calma y lo asumirán con naturalidad como una parte normal de su vida. Así se consigue que el gato crezca confiado y seguro. Las ocho semanas parecen ser un punto de inflexión crucial para el gatito. Si el gato no ha tenido un contacto temprano con los humanos encontrará la vida con ellos muy difícil de afrontar. El mejor ejemplo son los gatitos callejeros (gatitos recogidos de la calle) que no tienen contacto con la gente en esas primeras semanas. Ese gato se comportará como un animal salvaje y el manejo o el confinamiento le provocarán un miedo agudo. Aunque algunas personas lo intentan con gatitos callejeros más mayores, se requiere mucho tiempo libre y paciencia para obtener una respuesta, y esta falta de contacto temprano es muy difícil, y a veces imposible, de superar.

Por lo tanto, el conocimiento de los antecedentes del gato puede ser determinante para saber si podemos ayudarlo, o no. Sin embargo, muchos propietarios de gato desconocen lo que les ha pasado a sus gatos antes de que los hayan recogido; tienen que intentar hacer frente al problema de todas maneras. Y esto no es algo que se solucione en una noche, y en algunos casos nunca. Requiere paciencia y tiempo.
Hay que pensar en el gato que se esconde debajo de la cama al menor ruido o actividad dentro de la casa. Él se refugia de lo que considera una situación de peligro y para él es un gran alivio. Este sentimiento es muy fuerte y refuerza el comportamiento de fuga; al fin y al cabo, el gato está salvando su vida. Como una especie solitaria el gato no tiene una manada para respaldarlo si las cosas van mal. Si es amenazado la mejor opción para sobrevivir es correr y esconderse, quedándose muy callado hasta que el peligro haya pasado. Los dueños deben ser capaces de ofrecer algo aún más gratificante que ese sentimiento de seguridad y alivio que el gato siente al seguir sus instintos si quieren que estos desaparezcan. Esto puede ser muy difícil.
El gato necesita aprender que no hay nada amenazador en la situación de la que huye. Puede ser muy útil instalar un cajón o una jaula de cachorros para la reeducación del gato. Se puede colocar en un rincón de la habitación y cubrirlo con una manta; así el gato puede ver el exterior por el frente pero el resto está cubierto y se siente protegido. Al principio conviene poner al gato en el refugio en los ratos tranquilos para que vaya acostumbrándose a él y se relaje. Al gato probablemente le gustará la sensación de protección que el refugio le proporciona. Déle sus premios favoritos dentro del refugio y proporciónele una bandeja con arena. Permita que el gato contemple todos los quehaceres normales de la casa desde su seguro escondite y gradualmente vaya añadiendo más “acción” en su repertorio.
Cuando el gato parezca relajado, invitaremos a un amigo de visita. Normalmente, el gato huirá al sonar el timbre, pero ahora tiene que ver y escuchar aunque desde la seguridad de su jaula. Queremos que el gato se dé cuenta de que las amenazas que percibe no van a materializarse. Podemos pedir a nuestro invitado que le ofrezca al gato a través de la caja una golosina especial y decirle muchos elogios en tono suave. Gradualmente iremos invitando a más gente (avisándoles previamente de que tienen que comportarse tranquilamente y evitar sorprender al gato) y tendremos al gato en la habitación pero sin el refugio. Cuando el gato aprende que no todo es una amenaza y la recompensa de permanecer alrededor es mayor, siente que merece la pena superar su temor; entonces es cuando alcanzamos el éxito.
Nunca pierda la paciencia o intente forzarle demasiado rápidamente. Esto acabará de reforzar el miedo del gato. Si el gato progresa, aunque sea despacio, lo más probable es que se trate de un animal que supera un miedo más que de uno que no tuvo oportunidad de socializarse cuando era un cachorro. Asiente los éxitos gradualmente. Hay que recordar que el gato se siente seguro en sitios altos, por eso según el gato vaya aceptando estar fuera del cajón en nuestra compañía, hay que proporcionarle una posición elevada donde pueda sentirse seguro y ver el mundo pasar por debajo. Use el cariño, afecto y comida como recompensa por estar con usted.

Gatos agresivos

Los animales manifiestan muchos tipos diferentes de agresiones, y los gatos no son una excepción. Normalmente aceptamos agradablemente algunas formas de agresión como un comportamiento normal; como cuando nuestro gato persigue a un gato extraño en el jardín o cuando una gata protege a sus cachorros de los intrusos. Incluso aceptamos a gatos que arañan o nos muerden, siempre que nosotros pensemos que los hemos provocado lo suficiente como para defenderse. La agresión hacia las personas no es un problema común en gatos e incluso cuando se produce rara vez causa lesiones graves.

Dolor

Si un gato de repente se vuelve agresivo cuando está siendo acariciado y nunca antes había manifestado ese comportamiento, puede ser porque tenga dolor o se siente mal y no quiere que lo toquemos. Si pensamos que ese puede ser el caso deberemos pedir cita en el veterinario para examinarlo.

Atrapar la mano que acaricia

Uno de los problemas de agresión más comunes se conoce como “síndrome de acariciar y morder” y además es así como ocurre. Cuando comenzamos a acariciar a nuestro gato él se gira y nos muerde, o ataca nuestra mano, agarra nuestra muñeca con sus patas delanteras y da patadas con las traseras. Algunos gatos sólo atacan de esta manera cuando les hacemos cosquillas en la barriga, en otros es suficiente que les acaricien la cabeza para contraatacar.
Piense en el gato que está en su regazo y es acariciado: tiene que estar muy tranquilo y confiado para estar cómodo en esa posición, como un cachorro que es acariciado por su madre. A algunos gatos esto les hace sentirse en peligro, pues al relajarse de repente se sienten vulnerables. Con estos sentimientos enfrentados de seguridad y miedo, reaccionan con una agresión defensiva y agarran la mano que les está acariciando. En ese momento, normalmente saltan de nuestro regazo y se sientan y se acicalan para tranquilizarse.
El hecho de aceptar las caricias es una respuesta aprendida más que un comportamiento natural adulto y algunos gatos lo toleran más que otros. Puede que se calmen conforme crecen, del mismo modo que los gatos jóvenes (como los niños) se excitan fácilmente. Otros gatos no han conocido la relación con los humanos en su etapa de desarrollo social (antes de las ocho semanas de edad) y puede ser imposible que acepten el contacto físico.
Hay que intentar ayudar al gato a encontrarse más seguro con el contacto físico. Siéntese tranquilamente con el gato en un momento en que no vaya a haber interrupciones y mantenga todo en calma. Interaccione con el gato por periodos cortos y pare antes de que el gato reaccione. Hay que tratar de no provocar la reacción del gato. Deje de acariciar al gato si nota que echa las orejas para atrás, dilata las pupilas o se pone repentinamente en tensión. Recompense al gato con comida y elogios para mantenerlo relajado. Nunca hay que castigar al gato, eso solo refuerza la idea de que somos una amenaza para él.

Energías acumuladas

Muy ocasionalmente los gatos van más allá de una reacción defensiva a una agresión activa, atacando a sus dueños cuando pasan caminando o evitando que accedan a determinadas partes de la casa. A menudo estos problemas ocurren en gatos caseros y podemos encontrar alguna manera de redirigir la agresión. Los gatos ven pájaros y otros gatos a través de la ventana y se excitan. Sin embargo, no tienen ninguna forma de liberar esa energía retenida o su frustración.  Si por casualidad su dueño pasa caminando, el movimiento provoca una reacción de caza o agresión defensiva y nos atacan. Los profesores de escuela son conscientes de cómo se llegan a poner de ruidosos e inquietos los niños si no pueden salir al recreo por el mal tiempo - necesitan desfogarse antes de volver a concentrarse otra vez. Asimismo, investigadores científicos han observado que cuando los tigres mantenidos en cautividad  tienen que esforzarse para comer porque les ponen la comida en lo alto de un poste y deben trepar para cogerla, dejan la comida en la base del poste durante un tiempo antes de comerla. Se piensa que es porque el tigre necesita volver a un estado de calma antes de comer. El aumento de adrenalina y el acumulo de energía consiguiente, necesarios para alcanzar lo alto del poste, “recargan” al gato. Quizás en los gatos estos “problemas” agresivos tienen motivaciones similares. Sus dueños pueden intentar ayudarlos agotando algo de esa energía, permitiéndoles realizar la secuencia completa de movimientos necesarios para la caza, especialmente si es un gato que no sale al exterior. Esto se puede hacer proporcionándoles nuevos juguetes y objetos para trepar y jugar, practicando juegos de caza con juguetes atados a una cuerda o goma y haciendo que el gato tenga que esforzarse para encontrar su comida o premios por la casa, en lugar de administrársela sólo en su comedero.

Juegos que hacen daño

Muchos cachorros y gatos jóvenes se sobreexcitan jugando y atacan manos y pies. Cuando los gatitos son muy pequeños los dueños incluso los provocan porque suelen encontrar este comportamiento muy gracioso. Sin embargo, cuando los gatos se hacen más fuertes y sus dientes grandes, pueden llegar a causar heridas muy dolorosas. Si esto se convierte en un problema es necesario dejar de prestar atención al gatito de forma inmediata cuando nos muerda, y así no recompensar ese comportamiento. Nos marchamos y lo dejamos solo, prestándole atención sólo cuando se comporte como nosotros queremos que lo haga. Si queremos jugar, mejor usar juguetes tipo caña de pescar permitiendo que las manos y pies queden a una distancia segura de sus afilados  dientes y uñas. Dé al gato muchas cosas con las que jugar para que use su energía en lo que usted quiera ¡y no sobre usted mismo!

Agresividad en gatos criados a biberón

La agresividad también puede ser un problema en algunos animales criados a biberón (no sólo los gatos) si sus conductas son interrumpidas o frustradas. Se piensa que es porque aunque los humanos podemos proporcionarles una lactancia y destete nutricionalmente adecuados, no sabemos cómo destetarlos emocionalmente. De la misma manera que educamos a nuestros hijos para que aprendan que no pueden salirse siempre con la suya y deben acatar normas sociales, las gatas enseñan a sus cachorros el equivalente felino.
 Mucho de ese aprendizaje consiste en aprender a enfrentarse a los cambios; cuando a la madre se le acaba la leche y los cachorros piden más, ella desvía su atención hacia la presa. Realizando el cambio satisfactoriamente son capaces de adaptarse y a superar la frustración. Muchos cachorros criados a biberón no aprenden esa lección vital y reaccionan agresivamente frente a la frustración. La solución es el recompensar el comportamiento que queremos con atención y comida e ignorar o evitar  las situaciones en la que el juego se convierte en agresión.

Agresividad entre gatos

La agresividad entre gatos es habitual cuando se introducen nuevos gatos en la casa. Esto puede controlarse siguiendo instrucciones precisas y requiere tiempo (ver presentar tu gato a otros perros y gatos). Algunas veces incluso gatos que han vivido juntos durante años pueden tener un conflicto en su relación y comenzar a pelear. Si el desencadenante es un factor externo como la entrada de un nuevo gato que ha desequilibrado la balanza, entonces puede ser remediable. Sin embargo, algunas veces puede ser prácticamente imposible volver a juntar a esos gatos y puede ser que necesiten ser realojados.
Si se tienen problemas de agresvidad persistentes de cualquier tipo con el gato, especialmente si son hacia personas o niños, es mejor consultar al veterinario para que nos refiera a un especialista en comportamiento felino.

 

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